Los orígenes del cacao constituyen uno de los enigmas de la historia. En el curso de los siglos, la cultura del cacao aflora en la civilización Azteca (siglo XIV) y Maya (siglo VI).
Cuenta la mitología maya que el dios Kukulkán brindó la planta de cacao a la humanidad, mientras que para los aztecas fue el dios Quetzalcóatl quien descendió de las alturas ofreciendo el cacao como un regalo celestial. Lo cierto es que ambos pueblos continuaron con el cultivo del cacao y preparaban con las semillas de sus frutos una bebida fragante y espumosa a la que los aztecas llamaban chocolati. Las semillas del cacao - cacahuati en lengua azteca- eran empleadas en el antiguo México como monedas de cambio.
En 1502, Cristóbal Colón lo llevó a España, pero fue mucho más tarde que Hernán Cortés introdujo el xocotlatl, receta de la corte mexicana de Moctezuma de una bebida elaborada con su vallas tostadas y molidas y agua fría. Para mejorar el sabor de este brebaje espeso y amargo se añadía vainilla, especias, miel y azúcar y, con el tiempo, llegó a servirse caliente. Se creía que el cacao curaba una gran variedad de dolencias y estimulaba la resistencia física.
En el siglo XVII su popularidad se expandió por el resto de Europa.
Escultura prehispánica de un hombre sujetando una vaina de cacao.
Antiguo dios del cacao en la cultura maya.
Recipientes que usaban los mayas para tomar chocolate.